Conociendo los obstáculos que impiden
los propósitos de Dios en nuestras vidas
Todos
queremos tener éxito en la vida, superar nuestros problemas y realizarnos como
personas. Nuestras luchas diarias van más allá de simplemente sobrevivir.
Tenemos sueños en nuestros corazones y metas que queremos lograr.
Sin
embargo, a medida que los años pasan enfrentamos diversas dificultades, y a
menudo estos sueños quedan enterrados y olvidados en el camino.
Asumimos
nuestros deberes y abandonamos lo que esta en nuestros corazones, sin sospechar
que hemos sido vencido por nuestro mayor enemigo: el temor.
La
lucha hacia el éxito no toma lugar en nuestro entorno, sino en nuestra mente.
Son nuestros patrones de pensamientos que hemos adquiridos durante el
transcurso de nuestras vidas que determinan si vamos a tener éxito o si vamos a
fracasar en un emprendimiento.
Tenemos
que imaginarnos que nuestra mente es como un campo de batalla. Hay pensamientos
que nos edifican y nos ayudan a salir adelante. Estos se tienen que enfrentar a
sus enemigos, los pensamientos que constantemente nos agobian y desaniman.
Y
de todos los pensamientos negativos, los temores son los peores porque ellos
nos impiden creer más allá que lo que nuestros ojos pueden ver. Es más, son tan
fuertes, que a veces hasta lo que vemos con nuestros propios ojos nos causa
dificultades creerlo. Cuando el Señor Jesús llegó a la aldea de Betania, con el
propósito de mostrar su gloria a través de la resurrección de Lázaro, la
primera que le salió al encuentro fue la hermana de éste, es decir, Marta. Y de inmediato Jesús y ella tuvieron una
conversación muy interesante. Juan capítulo
11:17-44
Marta
le dice al Señor, que si él estuviese aquí Lázaro no habría muerto, luego le
dice: “aunque también se ahora que todo lo que tú le pidas a Dios, él te lo
darás”. Verso 22.
Jesús
le habla de la resurrección y aunque marta pensó que Jesús le hablaba de un
tema, que a lo mejor ya ella conocía muy
bien porque el mismo Señor, ya antes se lo había enseñado en sus mensajes,
Jesús le da a entender, de que no era necesario esperar a la posteridad para
que Lázaro resucitara, ya que la vida estaba ahí frente a ella, ya que la vida era
y es: Jesús mismo.
Marta
entendió que Jesús tenía poder y que era el hijo de Dios, sin embargo cuando ya
estaban frente al sepulcro vuelve las dudas y se apodera de ella, cuando le
dice al Señor: “Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días” ( verso 39), es
decir, no vale la pena, ya es imposible, su cuerpo está echado a perder. Jesús
entonces les dice “¿no te he dicho que si cree veras la gloria de Dios?
Otra
escena de la que quiero hablarle se encuentra en el libro de los hechos,
capitulo 12.
Ahí
nos cuenta de que cuando el apóstol Pedro estaba preso, el Señor envió un ángel
de los cielos a soltarlo. La iglesia sabía que Pedro estaba preso, y así
oración al Señor por él, sin embargo cuando la joven llamada Roda le informa de
que Pedro era el que tocaba la puerta, ellos lo dudaron y hasta pensaron que
era un ángel. Sin dudas esos hermanos que estaban orando, pensaron que era
imposible que Pedro lograra salir vivo de esa cárcel, y que era más fácil que
un ángel de los cielos apareciera antes ellos que Pedro quedar libre.
Las
dudas es uno de los obstáculos que impiden que crezcamos no solo en lo
espiritual, sino también en lo terrenal. Las dudas nos llevan a situaciones de
temor y miedo. Por esa razón Jehová Dios, les dice a Josue, que ya estaba sin
la sombra de Moisés: Mira que te mando que seas valiente, no temas ni desmaye,
porque yo, Jehová estaré contigo dondequiera que tú vayas. (Josue 1:9) y es que
el temor es nos obliga a doblegarnos y mantenernos cabizbajos.
El
ser humano tiene muchos temores. Y no es de extrañar, ya que los medios de
comunicaciones nos bombardean diariamente con mensajes negativos.
Tenemos
miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a la muerte, miedo de perder un ser
querido, miedo a perder dinero, miedo a la violencia, etc. La lista es
interminable.
El
problema es que estos temores pueden llegar a gobernar nuestras vidas de tal
manera que quedamos totalmente paralizados a la hora de tomar acción y de
avanzar hacia nuestras metas.
Es
la razón principal por la cual la gran mayoría de las personas nunca alcanzan
su potencial máximo.
¿Acaso
podemos superarnos y vencer estos temores que nos mantienen encadenados a un
nivel inferior de vida?
Hay
una fuerza opuesta al temor que es mucho más grande y más poderosa. Mediante
ella hombres y mujeres históricamente han hecho realidad sus sueños y han
logrado hazañas que parecían imposibles de lograr.
Es
la fe.
Dice
en la Biblia
que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve.” (Hebreos 11:1)
La
fe ve lo imposible, cree lo increíble y recibe lo imposible.
La
buena noticia es que está al alcance de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario